
Han pasado dieciséis largos años de mi vida. Han pasado ya mis once años en el colegio. Y justo en este instante de mi vida recordé que una persona me ha faltado en toda esta historia. Conozco a mis abuelos maternos y a mí abuela materna desde que tengo uso de razón, siempre he compartido gratos momentos con ellos, mi abuela Vilma siempre me ha instruido en el aspecto religioso, también me enseño a leer con unas grandes láminas plastificadas de Coquito que aún recuerdo y siempre que es mi cumpleaños, me cocina lo que quiero, que generalmente es una sopa de Menestrón. Mi abuelo Manuel me ha enseñado muchas cosas, desde como cortar madera hasta manejar su Toyota blanco, y siempre me cuenta historias muy bonitas de su vida que me hacen pensar e identificarme con él. Mi abuela Elena, mamá de mi papá, siempre me ha querido y aún recuerdo que ella me regaló mi primera cámara fotográfica, la cual aun tengo guardada, pero ahora ella tiene una enfermedad que le hace olvidar todos sus recuerdos, y a veces hay que presentarse cada vez que vas a visitarla.
Hace poco me fui de retiro a la casa Salesiana de Calca. Nos dieron cartas de nuestros padres, y en algunos casos de nuestros abuelos. Yo recibí cuatro cartas: una de mi papá, una de mi mamá, otra de mi abuela Vilma y otra de mi abuelo Manuel. Supuse que mi abuela Elena no pudo escribir por lo que mencione antes, pero faltaba una carta más que sabía que nunca iba a llegar, pero sabía que faltaba. Después nos dijeron que respondiéramos las cartas, yo conteste a las cuatro pero me falto contestar a una persona. Una persona que aún no estando aquí en la tierra, se que estuvo todos estos años junto a mí acompañándome espiritualmente, una persona que motivo el que haya elegido estudiar derecho, una persona de la cual solo tengo un recuerdo fotográfico, esa persona es mi abuelito Alipio, que se encuentra allá arriba en el cielo, observándome crecer y superarme.
He escuchado mucho acerca de él, muchas experiencias que me han ido contando a lo largo de mi vida mi tía Ruchi y mi papá, que dicho sea de paso no conoció muy bien a mi abuelo debido a que el murió cuando mi papá tenia solo nueve años. Incluso mi abuela Elena hace poco me contó que todos en su familia habían sido abogados e incluso su esposo, el abuelo Alipio. Esto fue uno de los motivos por los cuales he escogido estudiar derecho, mi papá es abogado, mi abuelo lo era, mi bisabuelo también lo era, y yo, el nieto mayor, deseo continuar esa tradición. Mi papá quería que yo estudie medicina, una pena, pero para eso ya tiene a mi hermano, que esta obsesionado con eso.
Toda mi familia, por parte de mi papá, al principio me decían “Pipo”, yo no sabía el motivo y hasta me molestaba pues era un niño aún y quería que me digan mi nombre, hasta que una tarde clásica de reunión familiar en la casa de mi tío Jorge, hermano de mi abuela Elena, me dijeron que era por que a mi abuelo le decían así y yo, por ser el nieto mayor, me había ganado ese apodo tan significativo que yo despreciaba.
Me han contado que mi abuelo, tenía carros de último modelo, para su época por supuesto; que se compraba una enorme pierna de vaca en el mercado y se la hacia cocinar cuando tenía su característica hambre en compañía de sus hijos, entre los cuales se encontraba Fernando, el menor de todos, mi papá. Lo que si nunca he querido y he evitado que me cuenten es acerca de su muerte. Lo único que sé es que murió cuando mi papá tenía nueve años y era imposible que nos haya conocido, ni a mí, ni a mi mamá que mucho después empezó a ser enamorada de mi papá. Pero me gusta el recuerdo que tengo de él, basado en anécdotas contadas por mi papá y mis tíos y unas cuantas fotos.
Han pasado ya más de treinta años de su muerte, pero el se encuentra en mi, ahí, en mi corazón. Yo sé que él estuvo conmigo espiritualmente durante estos años; cuando entre al colegio; cuando tenía pruebas difíciles; cuando fui a dar mi entrevista para entrar a la universidad y me preguntaron por qué quería estudiar derecho. Él no se fue lejos, él no me abandonó, él es mi ejemplo a seguir y se que siempre ha estado conmigo. Por eso es que me animé a escribir estas líneas. Espero que mi abuelo, siempre siga conmigo este camino largo que me queda por vivir y me ayude a superar los obstáculos que existan en él. Te quiero abuelito nunca me olvides.
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