sábado, 24 de octubre de 2009

Algo difícil de definir…

















“La amistad es más difícil y más rara que el amor.
Por eso, hay que salvarla como sea”
Alberto Moravia (1907-1990)
“Alberto Pincherle”, Escritor italiano



¿Qué es la amistad? ¿Qué es la felicidad? Términos de difícil definición y, peor aún, de difícil comprensión. Creo que son términos que escapan de definiciones concretas y estáticas, términos que se deben aclarar con mayor precisión en cada instante de la vida; porqué de qué serviría definirlas si no las sentimos. Es más fácil saber quién es nuestro amigo o qué nos hace felices que saber el término en abstracto.

La sensación de tener amigos es increíble, es algo que no cambiaría por nada. Es mejor que cualquier otra sensación buena en este mundo, en mi opinión. Hace poco tiempo, por motivos personales, no sabía que esto era posible, me encontraba en una situación bastante depresiva y estresante; sin embargo, como se dice comúnmente, nunca lo sabes hasta que lo vives. Ahora que lo estoy viviendo gracias al destino que puso frente a mi a tan grandes amigos como los que tengo, puedo decir que sé quienes son mis amigos y que sé que, al menos en parte, soy feliz; siempre queda la tristeza de tener a mi familia lejos.

Como dice la canción que desde chiquito escuche de los cassettes de mi padre: “Yo quiero tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar”; tengo la gran suerte de tener amigos en Cusco y en Lima de diferentes experiencias: Universidad, la Pre, Colegio, Reuniones, Tonos, Ayllu, etc. Todos son especiales y soy feliz de saber que tengo tantos amigos. Como lo dije, es más fácil saber quienes son nuestros amigos que saber qué es la amistad; y saber cuando eres feliz que saber qué es la felicidad.

Estas pequeñas líneas están dedicadas a todos mis amigos, los de Cusco y los de Lima, pero especialmente a quienes hacen de mi vida diaria, una vida muy feliz y especial: Andy, Liss, Wen, Syl, Diana, Ale, Laura, Moni, Eler y Mija. Gracias a ustedes mi vida en esta ciudad se hace cada vez menos tediosa, y por momentos puedo olvidar la tristeza de todos los días. Los quiero a todos.

domingo, 4 de octubre de 2009

A hard day in life





















Estas líneas están dedicadas a mi familia…

El día de hoy me levante pensando en las mil y una cosas que tengo que hacer para la Universidad; desde controles de lectura hasta elaboración de fichas para un trabajo de investigación. No tomé desayuno, pues en Lima como es costumbre, uno se levanta directo a almorzar. Ayer, vinieron a visitarme dos amigos y tuve que arreglar el zafarrancho que tenía en mi departamento; ahí fue cuando me di cuenta después de media hora arreglando, de la gran responsabilidad que tengo en mis manos.

En fin, hoy me aliste para salir a desayunar-almorzar, y tome la decisión de ir a Pueblo Libre, a unas 5 cuadras de mi casa pues por flojera, y falta de movilidad propia, no me dan ganas de ir más lejos. Apenas salí del departamento, la canción que sonó en mi Ipod fue “Color esperanza”, como sabe mi familia, esa es la canción de mi hermana Sofí y mía, con la cual cantamos los dos desde hace un tiempo al sonido de la guitarra que me regalo mi papá hace unos años o la “sobreviviente” guitarra de mi abuelo con la que comencé mis aventuras musicales.

Después de ese golpe de nostalgia, tome un combi chiquito como los que hay en Cusco hacia Pueblo libre y pague 50 centavos, un pasaje promedio entre normal y universitario en Cusco, y llegué a “La olla criolla”, un restaurante dirigido por un señor muy parecido a mi abuelo, pero menos simpático, pero con gran aire a hombre de la familia como él; en este restaurante sirven el mejor menú de esa parte de Pueblo Libre.

Ni bien entré al restaurante, observé como llevaban un plato de sopa con fideos, que me hizo recordar las sopas, que usualmente sólo como en Cusco, preparadas por mi abuelita Vilma; con el antojo rarísimo y con un sol leve en esta primavera limeña, me pedí eso y un pollo a la plancha, que me hizo acordar lo que mi mamá me preparaba cuando no me gustaba el almuerzo del día. Segunda puñalada, por partida doble, de nostalgia.

Como si hubiera sido poco, me encontraba comiendo y sucedió lo que tenía que pasar. En ese restaurante siempre acostumbran poner canciones de CD, pero los domingos familiares ponen una radio bastante familiar “La Inolvidable”; y en eso la voz del conductor anunció a “los morochucos” con su canción “cuando llora mi guitarra”; en verdad este fue el golpe de nostalgia más fuerte del día, pues engloba en particular a mi abuelo, mi Tata, y toda mi familia; pues, escribiendo esto con lagrimas en los ojos, se me vienen a la mente los domingos al medio día cuando todos nos sentabamos a comer en la mesa de Manzanares; esa es la familia que tengo siempre en mi corazón y que acá no tengo.

A esto hay que aumentarle, los golpes previos que me he estado guardando: primero, cuando me llegó de sorpresa un dibujo de mi hermana (puerquito de Winnie Pooh en una ciudad) y que por teléfono me pregunte donde lo puse; cuando me llegaron galletas de mi abuelita Vilma; otro de los fuertes, cuando me llegó un pedazo de torta de la fiesta de cumpleaños de mi hermana, primer cumpleaños en el que su hermano mayor no está, y esas son cosas que ni la mejor facultad de Derecho, ni el mejor futuro, ni los mejores amigos, ni la chica que me gusta, NADA pueden justificar, nunca me lo voy a perdonar. También la falta de mi papá que siempre es mi guía y que siempre me ayuda en mi ignorancia jurídica por teléfono, si estuviera junto a mí, e incluso lejos de mi, estoy seguro que él es mi mejor profesor; también me hizo falta mi papá el otro día cuando por fin aprendí a tocar “Ojala” de Silvio, nuestra canción preferida juntos. Y por último, pero no menos importante, también la falta de mi hermano, sus peleas y estupideces de hermanos. Todos los golpes con los que un cusqueño despojado de su hogar debe soportar.

Dos ideas para acabar; como dice Chacalón: “soy muchacho provinciano” buscando un mejor futuro a falta de Universidades buenas en mi carrera en Cusco; y como dice Vallejo: “Hay golpes en la vida tan fuertes ¡Yo no sé!”


Diseño del artista cusqueño Jorge Flores Najar, mi querido Tío.