domingo, 21 de febrero de 2010

Defendiendo la ciencia jurídica…

"...And justice for all" in DeviantArt

Cuando uno estudia en la PUCP, tiene el lujo de estudiar dos años de diversas asignaturas en la facultad de Estudios Generales Letras, en las cuales se lleva cursos desde Teología hasta Matemática, donde se enseña a tener una visión general de las diversas ramas académicas que existen para luego tomar una decisión sobre qué carrera estudiar, así como un refuerzo de conocimientos generales básicos para la vida. Y una de las lecciones que se aprende en ese tiempo es a ser tolerante con las diversas asignaturas y a valorar cada una por su importancia.

Hace unos días, la crítica de un futuro politólogo me decepcionó y me hizo reflexionar bastante; criticó, en mi opinión erróneamente, a los abogados por su absurdo intento de encerrar la compleja realidad en simples leyes.

Antes que todo aclaremos que la expedición de disposiciones normativas, nótese que no digo “leyes”, es uno de los tantos aspectos básicos del Derecho, puesto que la ciencia jurídica es más compleja. Para empezar, aunque las “leyes” sean las disposiciones normativas más populares no son las únicas. Existen diversos tipos de disposiciones (reglamentos, estatutos, decretos, directivas, constitución, leyes, códigos, contratos, negocios, etc.), distintas a las leyes, que se expiden y publican a diario en todas las partes del Perú y del Mundo; estas tienen un complejo sistema de jerarquía y aplicación. Ahora, estas pueden englobar una o más normas jurídicas que son los elementos básicos del ordenamiento jurídico. Asimismo, se prevé que, ante vacíos legales, existen métodos de integración e interpretación de las normas que logran cubrirlos de manera satisfactoria; por si no existiera una forma de interpretación o integración concreta para la solución del vacío, se recurre a los principios generales del derecho (justicia, igualdad, etc.) para poder solucionar el vacío. Así que la ciencia jurídica es igualmente compleja como la realidad.

Por otro lado, es cierto, el Derecho tiende a establecer normas a toda la realidad. Por esto, la ciencia jurídica, debido a que así como la realidad avanza en el tiempo y el espacio, también debe avanzar reglamentando los nuevos fenómenos de la realidad: de manera temporal, mediante los métodos de interpretación e integración de normas, asícomo, la aplicación de los principios generales del Derecho; y de manera permanente, a través de la expedición de nuevas disposiciones contenedoras de normas.

Un claro ejemplo es la prueba de ADN para el reconocimiento de los hijos fuera del matrimonio en caso de negación del padre. El artículo 402 del Código Civil señalaba hasta 5 casos en los cuales se podía declarar judicialmente la paternidad: admisión del padre; cuando el sujeto por sus actos parece el padre; cuando el padre vivió con la madre durante la concepción; cuando el padre violó, rapto o secuestro a la madre; y cuando se engañe a la madre con una promesa de matrimonio coincidiendo con la concepción. Pero, en el año de 1999, la ley 27048, agrega un sexto caso: la prueba de ADN u otra prueba genética. Observamos que ante el descubrimiento del ADN y el avance de la tecnología genética para realizar las pruebas de parentesco, la ciencia jurídica no permanece inmóvil y genera una nueva norma jurídica que tiene como hecho jurídico, un hecho nuevo de la realidad.

Como podemos observar, las normas jurídicas, para hablar con propiedad, tienden a reglamentar la realidad y esa es su dinámica de funcionamiento. Así como, por ejemplo, la labor de un analista político, como señala Alberto Vergara en su libro “Ni amnésicos, ni irracionales”, es la de tomar fotografías de la realidad política en la sociedad para luego juntar diversas de estas, a manera de video, para observar los fenómenos políticos dinámicamente.

Ahora, como se afirmo en la crítica, si el dinamismo de la ciencia jurídica es absurdo; no debería existir el Derecho porque, según esta errónea idea, es imposible acaparar en normas (porqué hablar de “leyes” es erróneo) toda la realidad por su complejidad; nos encontraríamos en un “estado de naturaleza” en los términos de Hobbes; es decir, de guerra de todos contra todos. ¿Es imaginable, en la actualidad, una realidad sin reglas?

Sin el Derecho y, sobretodo, sin las normas, la gente pelearía a muerte por determinar quién es dueño de un terreno, la gente no se podría casar o tener herencia, no existiría el comercio, no habría castigos moderados para las personas que comentan actos contra la naturaleza humana, la gente no podría reclamar su sueldo si es que llegara a tener un empleo; por último, y lo más paradójico para un politólogo, sin normas no existiría Estado. En otras palabras, sería un universo sin reglas, libre albedrío total y descontrolado, imposibilidad de vivir en tranquilidad y paz.

Sencillamente, una crítica debe estar fundada en argumentos válidos y veraces. Personalmente, me encanta la Ciencia Política y la Publicidad; y, de la misma manera, respeto, sin despreciar, otras ramas del conocimiento como las diversas Ingenierías o la Educación. Lo que si es absurdo es observar que el desprecio por una rama, que luego se vuelve ciencia, carrera y profesión, que lleva existiendo casi desde el principio de la humanidad; y la ignorancia, son atrevidas.

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