domingo, 1 de marzo de 2009

Reflexiones ante mi inalterable realidad












Me encuentro a un par de semanas de irme del Cusco nuevamente. De volver a la capital limeña a continuar mis estudios universitarios ahora en la facultad de Derecho después de tres meses y medio de vacaciones. Otra vez de vuelta a una vida de la cual ya me había olvidado; sin embargo, voy arrastrando dos ideas claras desde hace mucho tiempo acerca de la realidad que vivo desde que estudio en Lima que debo descargar antes de comenzar a estudiar de forma pura mi carrera.

En clase de Historia del mundo antiguo y medieval, el profesor Juan Carlos Crespo nos mandó leer una lectura muy interesante acerca de la vida en el medioevo. En ella se demostraba que la vida de la humanidad en el continente europeo, en ese tiempo, había sido una vida de puro movimiento. José Ángel García de Cortázar, autor de aquel texto, establece en su titulado “Viajeros, peregrinos, mercaderes en la Europa Medieval” hasta cinco grupos de viajeros: primero, los viajeros de ida y vuelta, que como dice “salen de un lugar; llegan a otro; cumplen su objetivo, de oración, penitencia, mensajería, administración, ejercicio de justicia, combate…; y regresan a su punto de partida. A veces, la longitud del camino, la prolongación de su tarea o mil imprevistos alargan el viaje.” Por otro lado, tenemos a los viajeros de ida, pero sin retorno; “hacían, normalmente, sólo el viaje de ida. Abandonaban, con carácter definitivo, su residencia y buscaban otra en lugares en que sus aspiraciones tuvieran más probable satisfacción.” Otros eran los viajeros de Dios, que eran peregrinos, personas sacrificadas que emprendían largos viajes para desprenderse de la vida material; otro tipo de viaje emprendían los viajeros a todas y ninguna parte; estos eran viajeros sin un destino definido, los que hacían honor a la frase “A donde los caminos me lleven”; y, por último, los viajeros inmóviles que eran los intelectuales dedicados a viajar con el pensamiento.

Justo después de leer este texto me puse a pensar en la realidad, en lo fácil que se ha vuelto viajar ahora con carros, barcos y aviones. Además de cómo esta clasificación de los viajeros se puede aplicar aun ahora. Los viajeros solamente de ida son los provincianos que migran a la capital en busca de un trabajo o un negocio, también los peruanos que viajan a algún país desconocido en busca de un mejor futuro; es por esto que podemos estar seguros de que en cualquier país del mundo hay un peruano. Por otro lado, los viajeros de Dios han pasado de ser peregrinos a misioneros, ahora viajan no con motivo de desarraigarse de su vida material sino para ayudar al prójimo. Los viajeros inmóviles aunque poco perceptibles existen en la actualidad son los famosos bohemios y trovadores, malabaristas y los circos. Por otro lado, los viajeros inmóviles siempre existieron, son los escritores novelistas, sino que en estos tiempos no sólo viajan dentro de nuestro planeta a una selva tropical o a un antiguo templo milenario sino que traspasan galaxias y mundos. Y por último, los viajeros de ida y vuelta; hombres de negocios, estudiantes, empresarios, personas normales que visitan a parientes, personas de vacaciones, etc. Viajar se ha hecho muy sencillo en estos tiempos.

Me identifico con este último grupo; yo tengo casa en Cusco, en la cual he vivido mucho tiempo, ahora tengo un departamento en Lima, al cual viajo para vivir la mayor parte del año. Mi residencia normal es Cusco, yo sólo viajo a lima con un objetivo claro que es el de estudiar en una de las mejores universidades del país, para luego ser un gran profesional. Sin embargo, siempre regreso a mi Cusco querido porque toda mi vida e historia se encuentran aquí. Como dice la lectura, muchas veces el viaje se alarga; en mi caso, por que cada ciclo dura 3 a 4 meses. Es el precio de un país centralizado en el cual la educación superior prácticamente esta concentrada simplemente sólo en un espacio territorial.

La otra idea viene del curso de Economía y es un tanto más simple. La Economía, en el curso que llevé en la Universidad a cargo de la profesora Neride Sotomarino, fue definida como la ciencia social que estudia las elecciones que los agentes de una sociedad (individuo, empresa, gobierno, sociedad, etc.) hacen para encarar la escasez; es decir, nuestra incapacidad para satisfacer todo lo que deseamos. Cuando escuche esa definición, particularmente la de escasez, supe que esta definición no sólo es aplicable a la ciencia económica sino a toda la vida. ¿Acaso no es cierto que el ser humano siempre toma decisiones? Por eso existe una idea fundamental en la Economía llamada Intercambio, que consiste en renunciar a una cosa para obtener otra. También, otro concepto clave es el de Costo de oportunidad; es decir, lo que sacrificamos representa el costo de lo que obtenemos, esto es porque toda elección implica un costo. Además, de este concepto se derivan tres más: Beneficio Marginal y Costo Marginal, así como el respectivo Incentivo. Beneficio Marginal es el beneficio derivado de incrementar el tiempo dedicado a una actividad; el Costo Marginal es el costo de aumentar el tiempo dedicado a una actividad. Y el Incentivo es el motivo para realizar una acción en particular.

Cuando decidí estudiar en Lima, hice una elección, que implica un Costo de Oportunidad alto que era dejar Cusco, el lugar donde nací y viví largos años de mi vida, donde se encontraban mis amigos y mi familia. Por otro lado, el beneficio marginal era el de estudiar en la Universidad Católica y lograr ser un gran profesional a largo plazo; el costo marginal era dejar a mi enamorada, a mis amigos y a mi familia lejos. Mi Incentivo principal es mi realización personal. Lamentablemente, como ya lo dije, en este país totalmente centralizado se tienen que tomar este tipo de elecciones aunque duelan en el alma.

Estos son los dos pequeños apuntes que tenía rondando en mi mente desde hace mucho tiempo. Ahora comienza mi periodo de especialización en la Universidad, me toca llevar cursos de especialidad; es decir cursos de Derecho, que es la carrera que decidí seguir. Sé que la tarea del estudio se hará más ardua y sé que tendré que dedicar mucho más tiempo al estudio de ahora en adelante, no me queda más que dar lo mejor de mi y procurar cumplir mis metas.

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Diseño del artista cusqueño Jorge Flores Najar, mi querido Tío.