miércoles, 12 de noviembre de 2008

Por ser quien eres













Estudiar muy lejos de tu ciudad natal, es muy complicado y todo se complica mucho más cuando toda tu familia se encuentra también lejos de ti. Hay ocasiones en las cuales la soledad es buena; a veces estando solo puedes estudiar, puedes leer, puedes hacer tu propia programación de televisión, tienes Internet para ti sólo, puedes comer a la hora que desees, tienes independencia. Una vida sólo para ti.

Sin embargo, a veces la soledad es triste y desesperante. Cuando tienes un tiempo libre no tienes con quien jugar play station o ver una película sólo. O cuando simplemente quieres escuchar un “me toca, Javier”, “anda a estudiar”, “pórtate bien” algo por el estilo. Hay veces en que extrañas la vida antigua que tenías, rodeada de las personas más importantes: tu familia.

Escribo estas líneas en parte por una película que fui a ver al cine el otro día cuando mi papá vino a Lima. La película se llama “Sentenciado a morir”, el titulo no enuncia el motivo que me llevo a escribir este texto. Pero una de las escenas si muestra lo que me inspiro; es la historia de una familia norteamericana con dos hijos, uno mayor de 20 años y otro de 16 aproximadamente, el hermano mayor es un buen jugador de hockey y siempre existe esa envidia y celos característicos del hermano menor; en medio de ese ambiente ocurre una tragedia: el hermano mayor, regresando de un juego de hockey con su papá es asesinado por unos pandilleros que matan por matar. Ante este hecho el padre se mantiene serio y herido, la madre llora a más no poder y, como me lo esperaba, el hermano sólo se entristece, casi por compromiso. Pero, con gran habilidad, el director de la película no sólo derrumbo mi prejuicio sino que no permitió que aguante mis lágrimas. La siguiente escena de la película fue devastadora para mí: el hermano menor ante el insomnio, se levanta camina y entra al cuarto de su hermano fallecido, enciende la luz y encuentra sobre un velador una foto de ambos hermanos abrazados; entonces, el hermano menor comienza a llorar.

Esto me puso a pensar en mi “pequeño” hermano, Franco, que ya no está tan pequeño, un hermano que ya me ha superado en tamaño y creo que en intelecto. Porque uno de mis más grandes defectos, mi disgusto por la lectura, es su más grande pasatiempo, le encanta la lectura y no dudo en comprarle un libro de regalo en cuando puedo. Pero puedo asegurar que el piensa que me he olvidado de él, que en medio de Sofi y Gabi, mi hermanita y mi enamorada, ya no hay espacio para él. Pero no es así.

Mi hermano es para mi como un Némesis histórico en video juegos: su meta siempre ha sido intentar ganarme en todos los juegos que hemos podido probar mientras estuvimos juntos; la mía, impedir que me gane. Sé que el y yo peleamos mucho mientras estuve, y cuando voy a Cusco, pero es inevitable, somos hermanos, pero ahora estoy seguro de que ambos pese a todas esas peleas sabemos lo mucho que nos queremos y esto se demuestra en todos los momentos felices que también hemos pasado juntos.

Entre nosotros ha habido millones de apodos desde los más antiguos: como “Franco Roquita”, “Franco Babita”, “Franco Patata” con los cuales le decía de pequeños, hasta el “enano” o “pigmeo”, los cuales han quedado sin validez por su crecimiento acelerado. Y, ahora, ha ganado supremacía el que ha introducido mi pequeña hermana Sofía y mi mamá Ana Ceci: “cotito”, a lo cual yo le digo “coto”. Entre nosotros ha habido mil disculpas, mil llantos, mil insultos, mil abrazos, mil cosas, mil malentendidos, mil picadas, mil travesuras, mil locuras, entre nosotros ha existido siempre unión.

Me quedan impresas en la mente dos imágenes de mi hermano y yo: primero, un video en el cual salimos los dos chiquititos cantando y saltando con unas guitarras de juguete la canción “Liberaron a Mandela” de Miki Gonzáles que tanto me gustaba en el cuarto de la casa de mi abuela Elena supervisados por mi mamá algún domingo de nuestra niñez; y por otro lado, tengo la imagen de nosotros ya más grandes cuando mi hermano me dio una tarjeta escrita por el mismo con dinero o un dibujo, ya no lo recuerdo, en mi cumpleaños, aún conservo el sobre.

Dentro de dos años, mi hermano vendrá a vivir conmigo, compartiremos nuevamente un espacio juntos. Espero estar preparado para ese momento, será una gran prueba para ambos, pero creo que lo lograremos; al fin y al cabo, somos ambos parte de una misma familia. Somos bastante diferentes, según todos, él se parece a mi papá y yo a mi mamá, el quiere estudiar medicina y yo, derecho; pero también tenemos bastantes semejanzas, somos Murillo Chávez, nos gustan casi las mismas canciones, nos gusta jugar y nos gustan los aparatos de última tecnología. Somos hermanos, que más podían esperar.

Nuestra comunicación es bastante difícil. Sólo hablamos cuando estamos jugando o haciendo algo juntos, la distancia ha aumentado esta deficiencia, ahora sólo hablamos por MSN o por teléfono. Sin embargo, la otra vez, me dijo algo que me demostró que confía mucho en mi y es, a pesar de las diferencias y desacuerdos, mi hermano querido y mi gran amigo, como dice la canción “Amigos” de los Enanitos verdes y Alejandro Lerner que le dedico a mi hermano: “Un amigo es una luz, brillando en la oscuridad, siempre seras mi amigo, no importa nada mas”.

Cuando vi la película me puse a pensar en mi hermano y en lo valioso que soy para él y en lo valioso que él es para mí. Entre los hermanos siempre hay un cariño muy especial, un código de comportamiento distinto que con cualquier amigo, una relación distinta a cualquier otra: Franco y yo no somos la excepción, ¡Te quiero hermano! Nunca lo dudes.

2 comentarios:

Marita Cornejo dijo...

muchas veces notamos que algo nos hace falta cundo no lo tenemos cerca, los recuerdos son las cosas que más nos pueden hacer extrañar a alguien, ten seguro q en dos años cuando vivas con tu hermano los priemros meses seran fatales, porque para entonces tu estaras completamente acostumbtrado a estar solo... buena suerte ahhh jajaja

Gisel dijo...

Escribes lindooo Javier (:
y te deje un meme :D


Diseño del artista cusqueño Jorge Flores Najar, mi querido Tío.