sábado, 26 de septiembre de 2009

¿Cómo calificas el “arte”?




















Imagen de DeviantArt

¿Es posible calificar objetivamente alguna creación artística humana? Unas cuantas preguntas siempre ha rondado en mi cabeza; con qué parámetros se califica una pintura, escultura o diseño en la Facultad de Arte; cómo se califica una maqueta o diseño en la Facultad de Arquitectura; qué criterios existen para evaluar los vestidos y creaciones de los diseñadores de modas; o cómo se otorga valoración objetiva a una obra musical, teatral, poética o narrativa. Todas estas cuestiones apuntan a que la creatividad e imaginación humanas no se pueden limitar ni parametrar en criterios de calificación arbitrarios del cero al veinte, del cero al diez, o de la F a la A.

¿Quién es el calificador para juzgar una obra de creación tuya? Si a Picasso le hubieran puesto parámetros de repente su “Guernica” hubiera obtenido un diez a lo sumo porque un profesor no lo comprendió; Munch por su “El grito” hubiera obtenido tan sólo un 14 por falta de colores en la concepción de un maestro; si Sauvestre por el diseño de la torre Eiffel hubiera obtenido una “C” por falta de ornamentos; ni que decir del pobre Duchamp que por su “Fountain” no hubiera obtenido ni un cinco, por presentar un inodoro cochino como arte.

Las calificaciones en lo creativo, incluso sin irnos al extremo en algunos otros campos como los ensayos o trabajos, son subjetivas por completo. Dependen mucho de las concepciones de “arte” que tengan los profesores o los calificadores; la relatividad y constante mutación de los conceptos “arte”, “creativo”, “moda”, entre otros del mismo tipo son los que marcan la imposibilidad de una calificación objetiva. Para algún profesor un trabajo puede ser una obra maestra, una obra de “arte”, elogiar tu trabajo de manera efusiva e, incluso, vivaz; sin embargo, el mismo trabajo puede se apreciado por otro calificador como regular; o, peor aún, por algún otro catedrático como un completo insulto al arte.

El movimiento dadá o dadaísmo, es una muestra clara de que la creatividad y la valoración no son buenos compañeros. Este movimiento se caracterizó por ser una forma totalmente distinta de hacer “arte”, no convencional, que surge de la crítica a la monotonía artística, específicamente literaria, pero que llega a influenciar al arte en general. Así, la “fountain” de Duchamp es la imagen de un simple inodoro; es decir, el cambio de estilo bruscamente como revolución “anti-arte”. En su tiempo, estas obras pudieron haber sido calificadas e, incluso, ser sometidas a burla; sin embargo, en nuestros tiempos, la valoración ha cambiado y se lo toma como un momento revolucionario en la historia del “arte”.

Así, lo que está de “moda”, lo “artístico”, no depende de una calificación, ni de una valoración, pues cada uno sabe el valor que tiene su obra; pues existe un primer momento en el cual el artista elige qué trabajos presentar y cuales no; es totalmente válido que un autor se autolimite, pero me parece totalmente inconcebible que otras personas ajenas a tu trabajo creativo e imaginativo sean capaces de someter tu obra, la que tú, cada uno, califica de apta para exhibir, como una nota del cero al veinte o de la F a la A. Cada quien califica su trabajo, pues sabe cuanto esmero le ha puesto y si en verdad le atribuye la valoración que se merece; queda aún pendiente la pregunta y lo seguirá, según estimo, por mucho tiempo ¿con qué criterios se califica una obra de “arte”?

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Diseño del artista cusqueño Jorge Flores Najar, mi querido Tío.