jueves, 22 de septiembre de 2011

Hazme un favor [Cuento]


Infidelity by omeletteman

Conocí a Pierina en una de esas noches en que quiero recordar todos los detalles, pero que lamentablemente no puedo. Lo que sí recuerdo era el par de deliciosas piernas tras ese corto vestido, aquel vestido que me demarcaba sus peligrosas curvas rumbo a la gloria junto a mi cuerpo al bailar. Así, pues, la conocí y amé en una discoteca de Miraflores. Claro que no todo quedó ahí, salimos, la conocí a profundidad, formalizamos y, bueno, la seguía amando después de eso.

Lo sé, cariño. Esas maletas me muestran que te vas de la casa. Está bien, comprendo que estas con la cabeza caliente, que mi declaración de infidelidad te saca de tus cabales, que quieras matarme en estos instantes; sin embargo, lo que no entiendo son las lágrimas que estas derramando. Tú sabías que esto se venía hace mucho tiempo y bien merecido te lo tenías.

O no te acuerdas de aquella vez que te inmiscuiste dentro del baño de la discoteca de moda en Barranco junto con el idiota por el que babeabas en la clase de Contabilidad. Creíste que no me iba a enterar cuando, en realidad, medio Lima estaba viendo tu promiscuidad. Lo peor de todo es que luego de hacer “sabe dios que” con ese tipo, viniste a mi para que te compre un Sex on the beach porque tenías sed.

Eso no fue lo único...

No creas que no me enteré de la “aventurita” que tuviste con el profesor de Literatura. Sí, lamentablemente, a pesar de mis claras advertencias acerca del muy zorro que pedía “favorcitos” a sus alumnas para aprobar un curso tan subjetivo como ese, te fuiste a su despacho y lo único que vieron era como tu cabeza descendía tras su escritorio. No pongas esa cara, que sabes bien que es verdad y que me lo dijo su propia secretaria, quien, por si te interesa, se llama Raquel y, sí, también alguna vez me la encontré en una de esas noches que quiero recordar completas, pero no puedo. Por si acaso, tus “amiguitas” de la Universidad también pasaron por su despacho, querida.

No queda ahí y tú lo sabes...

Si pensabas que no iba a saber lo que pasó con ese tal Ricardo estabas equivocada. Eso de que es “mi mejor amigo” no se lo traga nadie; o en eso pensaste cuando le gritabas “sigue, maldición” o le explicabas que “no va a llegar en un buen rato, házmelo de una vez” cuando pensaste que estaba en una reunión de trabajo, pero en realidad estaba afuera del departamento escuchando sus actos libidinosos y profanos.

Luego comenzaste a trabajar ¿Verdad?...

No sé si sabes pero te vi entrando en aquel hotel barato de la avenida Cannevaro con tu jefe, ese cuarentón casado con cara de enfermo. Dime, ¿Pensaste en sus dos hijos? ¿En su esposa? ¿Qué sentiste cuando se quitaba el anillo de matrimonio? En verdad creías que no lo sabía, la gente observa, cariño, y tú no eres nada discreta.

Ahora no lograrás convencerme de que no haz hecho nada. Sé que estas atemorizada. Que cómo se tanto. Que carita tienes, por Dios. ¡Párate! Que de nada servirá que te arrodilles. La decisión esta tomada y no hay vuelta atrás, todo se ha consumado. Como dice Sabina, a este punto final ya no le quedan puntos suspensivos.

No te basta con eso ¿Una más? ¿Recuerdas aquel viaje que hicimos a Piura por tus vacaciones? Seguro que también recuerdas a Gianfranco, el chico “bien amable” del hotel que nos atendió en Máncora. Bueno, yo recuerdo que tuve que salir de urgencia hacía Sullana por un encargo familiar, cuando de repente me llamaron del hotel al celular porque no contestaban el teléfono del cuarto para decirme que baje los ruidos de la habitación, que este era un hotel respetable, que se respetaba la privacidad de los hospedados, pero los ruidos que estaban saliendo del cuarto hacía la suite familiar donde se encontraba hospedada una familia humilde de la sierra eran demasiado altos. Supe que Gianfranco estaba mostrándote “algo más” que la habitación.

Sí, cariño. Pensaste que era un huevonazo, que nunca me enteraba de nada, pero no. Nunca fue así y, sí, lo sé todo.

Que yo también lo hice, pero lo hice como consecuencia de tus “mil y una noches”. No tengo por qué arrepentirme pues hace meses que dejamos de ser lo que éramos y el amor se fue por aquella puerta. Que no debí, que soy de lo peor; cariño, no necesito decírtelo. ¿Donde haz estado todos estos días? ¿Crees que no sé por qué llegas tarde todas las noches? ¿Trabajo? Si, cariño trabajo duro y arduo con el tipejo nuevo del área de finanzas de la compañía. Y por eso el encargado de limpieza encuentra condones usados en tu escritorio, tras tus reuniones  con el área de Finanzas.

Todo lo que he dicho hasta ahora es poco ¿En serio, piensas que me creo que esas lágrimas que tienes en los ojos son de verdadera pena? ¿Eso pensaste cuando estuviste con ellos? Ahora pides perdón ¿De qué vale? ¿Crees que soy estúpido? ¿Que vas a cambiar, dices? No, cariño, llegó tu hora. Nunca más. ¿Que no vas a poder vivir sin mi? ¿Que no tiremos esto a la borda? Ja ja ja.

Ahora me gritas, claro, como siempre. Me intentas voltear todo ¿Verdad? Ese es el inicio del final, tu desesperación. Es mejor que te calles y no hagas más escándalo, cariño. La vida continúa, no puedo decir que la tuya continué bien, pero la mía irá de lo mejor, lo sé. No puedo decir eso de la tuya, lo siento, cariño.

Veo que haz terminado de alistar tus maletas, y ya te empiezas a maquillar, tú la que siempre aparenta, nunca cambias. Hazme un favor, al salir, dile a Pierina que pase pues este es su nuevo hogar.

Diseño del artista cusqueño Jorge Flores Najar, mi querido Tío.