miércoles, 4 de agosto de 2010

El asunto del Gas: del Nacionalismo, el Gobierno y otros demonios

Es interesante observar las reacciones de la gente provinciana ante las movidas políticas del Gobierno, especialmente cuando las principales operaciones que les incumben se realizan en la Capital. Es paradójico que el destino de los recursos de un departamento o región específico tenga que jugarse en un lugar lejano y ajeno para los verdaderos dueños de eso. Y es ilógico, siquiera pensar, que nada de esos recursos llegué a los pobladores originarios de las zonas de donde provienen los recursos. Todo gira en torno al gas.

El primer demonio es el Gobierno. Pero ¿cómo un recurso natural puede convertir al gobierno en un demonio? Es clásica la referencia que cuando, en películas y series, una persona encuentra un poso petrolero dentro de su propiedad se hace rico. Pero, no seamos exagerados; vivimos en la realidad con normas y con, pese a todo, un gobierno. Este gobierno, con las reglas establecidas, decide, al final, el destino de los recursos del país donde quiera que se encuentren. Lo que es inconcebible es que las personas que habitan la tierra de donde sale el Gas no reciban ni un balón de gas; asimismo, que la capital tenga Gas, como combustible, y el lugar de donde proviene no tenga ni los conductos en planificación.

Ahora se hace demonio pues esa cosa lejana llamada gobierno, el Perú “formal”, esos desconocidos de terno en un lugar llamado Lima le venden todo a las empresas extranjeras y el sobrante lo reconducen a su propia Lima. Así, el Gobierno se hace el demonio para los pobladores del Cusco en torno al Gas. Medidas políticas tremendamente erróneas vuelven a nuestros representantes en el enemigo.

Los recursos naturales, tal como lo es el Gas, deberían derivar siempre un beneficio para los peruanos, no limeños; especialmente, si de la propia tierra de ellos se extrae el “beneficio” para otros. De igual manera se hizo con los pobladores de las tierras de Bagua, ese demonio llamado gobierno les quería arrebatar sus tierras sin consultar; desenlace: muertes y violencia.

El segundo demonio se llama Nacionalismo. Ya se sienten los fantasmas de Chávez y Morales en el Cusco y el Perú “profundo”. No es raro pasar por la plaza de San Sebastián, distrito en el cual voto, y escuchar como un tocacassette repite y repite un himno halagando a Fidel Castro, Evo Morales y Hugo Chávez. No me queda duda que la campaña del nacionalismo se hace con dinero externo y estos son los favores que les hacen.

Sin embargo, ¿por qué es un demonio? Aparte del obvio movimiento extranjero de izquierda extrema dentro de mi país que hasta ahora ha sido libre; el engaño que hacen en torno a temas como el Gas: Alrededor de los sectores más desinformados y lejanos del Perú “profundo” se extiende el discurso extremadamente chauvinista de este grupo: ¡El Gas es de los Cusqueños! Sin embargo, ese discurso no se queda ahí. Ellos quieren nacionalizar todo, chauvinismo al máximo nivel; y, como se sabe, nada en extremo es bueno.

El discurso nacionalista es la cobertura de una política autodestructiva. Si el nacionalismo llega a tomar el poder del Perú, comenzará la era de “chavismo” en el Perú; es decir, la destrucción de un país libre y creativo. El nacionalismo “a la peruana” es un demonio sin control que a través de medidas como la nacionalización del gas, que es una medida extrema, logra simpatizantes y adeptos ciegos, cegados por la necesidad del momento.

Este par de demonios creados en torno al Gas que, al fin y al cabo, termina siendo un tercer demonio por las circunstancias demuestra el problema claro que ha existido siempre y sigue existiendo en el Perú como lo conocemos: el Centralismo. El Gas podría ser el inicio del próximo conflicto social del Estado contra los ciudadanos, todo depende de las medidas del Gobierno frente a un tema tan delicado como este para que estos demonios no terminen cobrando victimas mortales.

Diseño del artista cusqueño Jorge Flores Najar, mi querido Tío.